2006/02/20

Místico, Bárbaro, Aburrido

La estaba esperando, acordaron verse sobre el puente frente a su casa. Estaba recargado sobre el barandal, le sudaban las manos y repasaba, otra vez, lo que haría.
-“Ahora si, le digo que me gusta y…no, mejor le planto un beso antes, sin darle tiempo de que reaccione, así si me manda a la chingada cuando menos le habré robado un beso”.
-“¿Con quien hablas pendejo?”. Dijo ella. El se volteó y la vio. Traía puestos sus eternos pantalones de mezclilla, su chamarra azul con verde y su bolso/mochila que llevaba a todos lados, el creía que ahí cargaba su diario, una bomba o una vacuna para el sida, porque jamás la soltaba, pero le daba miedo preguntar. Siempre que la veía se quedaba paralizado y se le trababa la lengua, lo que hacia que las cosas que decía sonaran más pendejas que de costumbre, pero esta vez fue diferente, y dijo: -“¡Ah, chingue su madre!” y le dio el tan anticipado beso. Cerró los ojos mientras la empujaba contra el barandal que aun tenia el sudor de sus manos. Ella solo pronunció un leve murmullo de placer mientras caía y quedaba coronada por un charco de sangre, amor y muerte.


¿Qué? Yo también puedo escribir pendejadas sentimentaloides, de hecho, ya me había tardado.