2006/11/08

Ark va a comer

Si hay algo que me gusta de esta dizque ciudad es andar a pie por las calles de su "centro histórico" (que ni es el centro ni es histórico), perderme un poquito y comer en esos lugares que no llegan a ser restaurantes pero ya dejaron de ser simples puestecitos de comida callejeros... como una jovencita que está pasando a ser una mujer o un renacuajo que está transformándose en una gloriosa rana.

Y es que en esos lugares, cuando se encuentran, siempre pasa algo interesante aunque sea algo totalmente falto de emoción, se disfruta tanto que la ingesta de comida pasa a ser algo aburrido que se hace mientras se pone atención a los pequeños pero espectaculares detalles.

El otro día fui a comer y mientras lo hacía (comer) veia como un viejito cortaba unos filetes con un cuchillo afiladísimo y la mirada más fría y sedienta de sangre que he visto, apuesto que recordaba sus antiguos días de asesino en los callejones sicilianos durante su juventud. Hoy me senté frente a una pareja que estaba rompiendo, algo que debió ser muy mal visto ya que el lugar era bastante grande y solo estábamos ellos y yo comiendo, y digo, si ellos me estaban viendo comer yo tenía derecho a escucharlos ¿no?. Ella lo estaba abandonando, el lloraba sobre su torta de pierna mientras las cocineras chismeaban con la cajera y el olor de unas papás fritas quemadas se metía en mi nariz. Con un leve movimiento lo miré a los ojos y comenzó un debate sin palabras:

Yo: Jeje, te está dejando.
El: Lárgate, no me mires, estoy triste y sufriendo.
Yo: Jeje, te está dejando.

Ella lloraba vacíamente como para hacerle ver que también sufría, pero no era cierto, ya tenía todo planeado, había practicado cada palabra mil veces antes de venir. Despues de todo, supongo que tenía razón, llevarla a un lugar así, lleno de gente como esa no es muy romántico.

Quería ver sus caras de nuevo mientras se iban, fui comiendo asi, así, así, cada vez más lentamente pero ellos no se iban, pero yo si tenía que irme.

Y me fui.