Post en 8 bits
Paseando por ahí, en el aparador de una tienda algo llamó mi atención, un control de NES, y después de muchas preguntas, regateos, sopladas, cambios de cables, salí de ahí con un NES y el cartucho de Mario Bros./Duck hunt, auténticas reliquias.
Aún ahora me preguntó por qué compré algo que ya ha sido reemplazado y optimizado por los totalmente gratis e ilegales emuladores, y me respondo a mi mi mismo: por nostalgia, pura y simple. Este montón de chips y plástico barato tuvo un impacto muy grande en mi, sí tuviera que resumir la década de los 80 y mi niñez con ella, sería con esta imagen:
La niñez de Ark.
Eso sonará sumamente raro, pero me encantaba oler los conectores de los juegos cuando estaban calientes, desprenden un olor tan delicioso, inténtenlo si pueden.
El sistema funciona tan bien como es de esperarse, se le tiene que golpear al juego, soplarle, resetearlo muchas veces, y sacrificar el corazón de una virgen en el nombre de Shigeru Miyamoto durante la luna llena para que inicie el juego, pero eso no importa, la simple vista de esa caja gris y negra me tranquiliza, me recuerda tiempos en los que solo me preocupaba por hacer las sumas que tenía de tarea y jugar, jugar hasta que mis ojos se derretían y mis pulgares no me transmitían sensación alguna.
Aún ahora me preguntó por qué compré algo que ya ha sido reemplazado y optimizado por los totalmente gratis e ilegales emuladores, y me respondo a mi mi mismo: por nostalgia, pura y simple. Este montón de chips y plástico barato tuvo un impacto muy grande en mi, sí tuviera que resumir la década de los 80 y mi niñez con ella, sería con esta imagen:
La niñez de Ark.
Eso sonará sumamente raro, pero me encantaba oler los conectores de los juegos cuando estaban calientes, desprenden un olor tan delicioso, inténtenlo si pueden.
El sistema funciona tan bien como es de esperarse, se le tiene que golpear al juego, soplarle, resetearlo muchas veces, y sacrificar el corazón de una virgen en el nombre de Shigeru Miyamoto durante la luna llena para que inicie el juego, pero eso no importa, la simple vista de esa caja gris y negra me tranquiliza, me recuerda tiempos en los que solo me preocupaba por hacer las sumas que tenía de tarea y jugar, jugar hasta que mis ojos se derretían y mis pulgares no me transmitían sensación alguna.
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